En octubre del 2005 estando en Guadalajara, salió en las noticias que llegaría un huracán a Cancún categoría 5 en los próximos días y como tenía familia allá, estaba muy intranquilo. A las 4:00am estando acostado en mi cama, “algo” me despertó y escuché una voz que me dijo “vete a Cancún ahorita” y sin dudarlo salí en el primer vuelo que encontré. Durante el día nos hicimos de provisiones, nos juntamos varias personas en la casa (estando como 10 personas ahí) y al llegar la noche llegó el huracán haciendo que en general todos estuvieran con miedo, ya que se oía el viento muy fuerte, las ventanas a punto de estallar y sin saber lo que podía ocurrir.
Por unos minutos decidí irme a recostar un rato a otro cuarto, cuando de la nada empecé a ver como poco a poco aparecía una luz dorada que empezaba hacerse cada vez más grande y brillante de hasta 5 o 6 metros de altura y de un metro de ancho. Al verla, le llamé a mi esposa e hija para que la vieran dándome cuenta que el único que la podía ver era yo y quedándome solo otra vez, a los pocos minutos apareció otra luz ahora de color violeta con azul fuerte un poco más bajo y con las mismas características. Así que sin dudarlo sabía que todo estaría bien, que estábamos muy protegidos y que nada nos ocurriría. El huracán duró 3 días y lo más chistoso fue que de todo el conjunto de casas, la nuestra fue la única que no subió el agua, el teléfono nunca dejó de servir y realmente no le pasó nada.